Desde el siglo XIV, por disposición real, recorría las calles de la ciudad una pequeña procesión que salía del convento de San Francisco, en la que se integraba el Santo Entierro. En 1565, la Hermandad de la Sangre de Cristo realizaba una procesión del Santo Entierro. Durante los siglos XVII, XVIII y principios del XIX se organizaban, en ocasiones, dos procesiones, una por la V.O.T. y otra por la Hermandad de la Sangre de Cristo, que partían del convento de San Francisco. A finales del siglo XVIII, la Hermandad de la Sangre de Cristo encarga la realización de diversos pasos con distintos Misterios de la Pasión, con los que continuó realizando la procesión del Santo Entierro hasta 1808. La actividad de la Sangre de Cristo se reanudó en 1813, desde la referida iglesia de Santa Isabel de Portugal, con el Cristo de la Cama, que se había salvado del convento de San Francisco.

En 1815, se reiniciaron las actividades de la Venerable Orden Tercera con la procesión del Santo Encuentro. En 1819, comenzó la polémica entre esta Orden, que pretendía revitalizar y hacer de nuevo el Acto del Descendimiento, seguido de la procesión del Santo Entierro, y la Hermandad de la Sangre de Cristo, que había seguido haciendo la procesión desde 1813.

En 1827, fue fallado el pleito a favor de la V.O.T., que dicho año organizó la Procesión del Santo Entierro, pero, a la vez, la Hermandad de la Sangre de Cristo organizó otra más solemne. Ese mismo año se firmó por ambas entidades, ante notario, una escritura de concordia por la que ésta última tendría el derecho de organizar el Santo Entierro así como de custodiar el único Sepulcro de la ciudad.

Desde 1818, la Hermandad de la Sangre de Cristo volvió a encargar nuevos pasos procesionales, con los que siguió organizando la procesión. A comienzos del siglo XX, dicha procesión fue sometida a una renovación: adecuación y reforma de la mayoría de los pasos y del vestuario de los grupos que desfilaban con ellos, la construcción de nuevos pasos y la incorporación de nuevos personajes y coros a la comitiva. De esta forma, se celebró la Procesión del Santo Entierro hasta 1931. En los años 1932 a 1934, durante la Segunda República, no tuvo lugar la procesión por decisión de la Hermandad de la Sangre de Cristo.


Año 1935

Este año supone el nacimiento de la Semana Santa zaragozana actual, al producirse una serie de hechos que inducen a los fieles a agruparse en diversas cofradías. Desde el siglo XVIII, los pasos eran llevados a hombros por los llamados terceroles: labradores y ganaderos de los alrededores de Zaragoza, que vestían hábito y tercerol —prenda de cabeza, similar a la usada por la Orden Tercera— de color negro. Dichos terceroles acudían año tras año a la iglesia de Santa Isabel de Portugal y, bajo la dirección de los Hermanos de la Sangre de Cristo, colaboraban en la Procesión del Santo Entierro.

En 1935, la tensión política y las dificultades por las que atravesaba el país hacían muy difícil la organización de la Procesión del Santo Entierro (suspendida desde 1931). Se produjo un incendio del almacén donde se guardaban los pasos que afectó a la Entrada de Jesús en Jerusalén; hubo huelga de terceroles, por lo que las imágenes fueron sacadas por miembros de asociaciones religiosas y jóvenes; e, incluso, se hizo estallar una bomba durante la procesión. A partir de este año, los pasos serían dotados de ruedas para facilitar su transporte.

En 1937, se creó la primera cofradía de Semana Santa, organizando procesión independiente y tomando a su cargo el paso de Nuestra Señora de la Piedad, propiedad de la Hermandad de la Sangre de Cristo. La nueva cofradía llevaba hábito diferente, que la distingue de su cofradía madre, con la que participaba en la Procesión del Santo Entierro.

En años sucesivos, fueron creándose otras cofradías, hasta 24, cada una con sus propias peculiaridades, que fueron haciéndose cargo de los pasos propiedad de la Sangre de Cristo, o encargaron pasos propios. Unas cofradías, de raíz aragonesa, adoptaron el tercerol; otras cubrieron su cabeza con capirote. En 1940, las Siete Palabras implantaron el tambor del Bajo Aragón para acompañar sus desfiles procesionales, instrumento que adoptaron, posteriormente, la mayoría de las cofradías.

Algunas prefirieron recuperar tradiciones más zaragozanas, como las matracas, las carracas o el canto de la jota al mismo tiempo que el tambor.

La mayor peculiaridad de nuestra Semana Santa es que las cofradías en su totalidad, además de realizar sus procesiones particulares, se incorporan a la Procesión del Santo Entierro, componiendo un Vía Crucis completo, donde se pueden contemplar todos los momentos de la Pasión.


En 1995, por Decreto de la Diputación General de Aragón, se declaró la Semana Santa de Zaragoza ‘Fiesta de Interés Turístico de Aragón’ y posteriormente, en 2001, la Secretaría General de Turismo del Ministerio de Economía y Hacienda la declaró ‘Fiesta de Interés Turístico Nacional’. En 2014, fue declarada por la Secretaría de Estado de Turismo ‘Fiesta de Interés Turístico Internacional’.


La Junta Coordinadora de Cofradías

En 1948, debido al aumento del número de cofradías desde 1937 que organizaban sus propios actos y procesiones penitenciales durante la Semana Santa, se vio la necesidad de crear una entidad que coordinara todas ellas. A iniciativa de la Hermandad de la Sangre de Cristo, se crea la Junta Coordinadora de Cofradías, dependiente de la Autoridad Eclesiástica y presidida por la Hermandad.

El primer reglamento de la nueva junta fue aprobado en 1949 y fue sustituido por otro, de 1986. Las necesidades de coordinación y promoción de la Semana Santa de Zaragoza aconsejaron iniciar los trabajos de redacción de unos nuevos estatutos, que fueron aprobados en 1998. En dicho marco, se contempla la Asamblea General de Hermanos Mayores, como órgano supremo de decisión de una Junta de Gobierno como órgano ejecutivo, elegible cada cuatro años y formada por un presidente, un vicepresidente, un secretario, un tesorero y dos vocales. Su sede canónica es la iglesia de Santa Isabel de Portugal.

La Junta Coordinadora de Cofradías es la responsable de la organización del Pregón (sábado previo al Domingo de Ramos) y de los Concursos y Exaltaciones de Instrumentos de Semana Santa (fin de semana anterior al Domingo de Ramos), delegando dicha organización en una cofradía. En la celebración del Jubileo 2000, la Junta Coordinadora estrenó un guión que, desde entonces, preside todos los actos que organiza.